sábado, 23 de mayo de 2015

PONIÉNDONOS AL DÍA



Oye tío, ¿cómo va tu libro?
Mi blog me pregunta que cómo va mi lib...
Ya te lo he dicho, tío. Saben leer.
¿Qué?
Me refiero a que tus lectores, los que entran aquí cada semana, saben leer. Eso quiere decir que cuando leen las frases en azul saben perfectamente que soy yo, tu blog, quien les habla.
Sí, pero, ¿y qué pasa con los lectores nuevos? ¿o con los no habituales? ¿no crees que ellos merecen saber de qué va la cosa?
Vale. Yo me encargo. A ver, lectores nuevos, la cosa es ésta. Pedro Fabelo es escritor, ya sabéis, uno de esos tíos que escriben cosas. ¿Veis la cabecera del blog? ¿y veis lo que reza el subtítulo? Ahí lo pone claramente. «El blog de uno de esos tíos que escriben cosas». ¿Original, eh? Fue idea mía, por cierto...
De eso nada.
¿Cómo que de eso nada?
Lo que oyes. Tú no eres escritor. Yo soy escritor. Tú sólo eres un blog.
Así que un blog, eh. Sólo soy eso. Un blog. Un simple blog. ¿Sabes? Eres cruel, tío. Muy cruel.
Déjalo ya, ¿quieres? Te conozco bien y sé que...¡por el amor de Dios!, ¿estás llorando?
No.
No me lo puedo creer. ¡Estás llorando!
Sí. ¿Qué pasa? Estoy llorando. ¿Acaso un blog no puede llorar o qué?
¡Pero qué melodramático eres! Eres como La Dama de las Camelias de los blogs. Hay que joderse. Déjalo ya. Vas a poner perdida la configuración de la HTML con tus lágrimas de cocodrilo. ¿Quieres dejar de hacer pucheros? Yo no he dicho que seas un simple blog. Eres un blog. Mi blog. Y estoy orgulloso de ti. De lo que hemos construido juntos.
Sí, ya...
¿No me crees?
Vale. Te creo.
No lo dices muy convencido.
Está bien. Mírame a los ojos. O mejor, mira fijamente al código fuente de Blogger. ¿Ya?
Ya.
Te creo, ¿vale?
Ok.
Perfecto. Y ahora, ¿quieres decirme cómo va tu libro? Parece que se demora el asunto de la publicación, ¿no?
Vale. Te cuento. Escribir un libro es una tarea harto difícil. Sobre todo si lo haces con vistas a ser comercializado. No basta con escribir y publicar cualquier cosa. No soy un Premio Planeta. Yo soy un escritor de verdad, y no un advenedizo mediático. Con esto te quiero decir que, al menos en mi caso, considero innegociable poner corazón, alma y talento al servicio de aquello que quiero contar y, a partir de aquí, echarle horas y más horas de duro trabajo de corrección. Y cuando al final lo tienes todo perfectamente corregido, viene el siguiente paso: la maquetación. Maquetar un libro no es sencillo. Tienes que estar atento a los detalles: cuidar los márgenes, las tabulaciones, el control de líneas viudas, mantener los párrafos juntos, tener mucho cuidado con la división de palabras, mantener un aspecto homogéneo...
Perdona, estaba viendo un blog de bloggers femeninas en pelotas. ¿Decías...?
¿Qué?
El sexo, macho. Ya sabes que me tira mucho.
De verdad, no veas la paciencia que he de tener contigo. No sé ni para qué me molesto en darte explicaciones. Eres zafio, vulgar, irrespetuoso...
Venga, tío. No te enfades.
No, si no me enfado.
Sí que estás enfadado. Te conozco muy bien, y sé que estás enfadado. Admítelo.
Pues sí. Estoy enfadado.
¿Quieres hablar de ello?
¿Me estás vacilando? Porque si es eso te advierto que no está el horno para bollos.
No. De verdad que no. Venga, va. Háblame de tu libro. ¿En qué fase se encuentra?
En la última.
¿Puedes ser más específico? Por favor...
Está bien. Ya está todo terminado. El texto ha sido corregido hasta la extenuación, convenientemente maquetado y editado según el formato de edición elegido. La portada ya ha sido diseñada, enviada y aprobada...
¿La portada? ¿de veras? ¿y quién la ha hecho?
Yo.
¿Tú?
Sí. Yo.
¿Cómo?
Con un dibujo que he hecho yo mismo a mano y que luego he digitalizado.
Wow. ¿Puedo verla?
¿Te refieres a la portada?
Sí. Quiero verla.
Vale. Mira. Échale un vistazo. Pero ni se te ocurra subirla todavía. Aún me queda una última prueba por hacer.
¡Joder, qué guapo te ha quedado! ¿En serio has hecho tú ese dibujo tan chulo?
Sí. No sé por qué te extrañas. Yo antes dibujaba. De pibe.
¡Vaya, en realidad sabemos tan poco el uno del otro!
¿Se puede saber de qué demonios hablas? Yo lo sé todo sobre ti. Yo soy tu creador.
Vale Frankenstein. No te emociones. Es cierto. Tú me creaste. Pero yo apenas sé nada sobre ti. Dime Pedro, ¿eres feliz?
Vete a la mierda.
¿A qué viene eso? Yo sólo quería ser amable.
Sí, ya. Tú, amable.
Oye, y volviendo a tu dibujo. ¿Por qué no se lo enseñas a tus lectores?
Aún no. Quiero mostrarlo cuando esté totalmente seguro de que ésa es “la portada”. Pienso anunciarlo a bombo y platillo.
¿De veras?
Sí. Ya me he comprado un bombo, un platillo y un par de baquetas. Será como volver a los viejos tiempos cuando tocaba la batería en un grupo de rock.
¿Tú tocabas la batería en un grupo de rock?
Sí. Y la guitarra, y el bajo, y los teclados. Y componía canciones.
Wow. Eres increíble.
Sí, el increíble Hulk, no te jode.
Oye, ¿y para cuando piensas anunciar lo del libro y todo eso? Es decir, ¿cuándo estará a la venta?
La semana pasada recibí confirmación de la imprenta diciéndome que los archivos que les envié cumplían todos los requisitos, que estaban listos para imprimir; así que he encargado un libro de prueba para mi. Me han dicho que tardará entre una y dos semanas en llegarme a mi casa. Quiero toquetearlo, olisquearlo, abrirlo y pasar las páginas. Quiero estar completamente seguro de que quien decida pagar por él se lleve un producto de calidad testada. Respeto mucho a los lectores, ¿sabes? Y quiero que se lleven algo que les merezca la pena el dinero invertido.
¿Te harás una foto con tu libro cuando te llegue a tu casa?
Ya veremos.
Sí, tío. Hazlo. Seguro que a tus lectores les gustará verte con tu libro en las manos.
¿Y a ti? ¿Te gustará verme con mi libro en las manos?
¿Salen tías en pelotas en tu libro?
No.
Pues entonces me es indiferente. Haz lo que te salga...
Desde luego, tú no te andas por las ramas.
¿Y por qué habría de hacerlo? ¿Acaso me has tomado por un blog de jardinería?
En fin. Querías saber cómo iba mi libro y ya te he contestado. Y ahora, ¿me dejarás seguir trabajando en paz?
Sí, claro. Yo voy a echar un vistazo al blog de Marie Calloway. ¿Has visto las tetas de esa tía? ¡Son espectaculares!
¡Lárgate de una maldita vez!
Vale, vale. Ya me voy. ¡Hay que ver qué mal humor tienes por las mañanas, tío...!