miércoles, 29 de noviembre de 2017

ALGUNAS DE MIS ÚLTIMAS LECTURAS



Este año (2017) está siendo bastante fructífero en cuanto a lecturas. Un año de grandes descubrimientos, como Haruki Murakami y Amelie Nothomb; de grandes reencuentros, como Kurt Vonnegut; y de momentos muy divertidos —incluso hilarantes— de la mano de Caitlin Moran y Arto Paasilinna.
Pero como diría Jack el Destripador: «Vayamos por partes, tío» (lo sé, es un chiste más viejo que la corrupción urbanística; pero, ¿a qué es gracioso? —me refiero al chiste, no a la corrupción. La corrupción, puñetera gracia que me hace—).
A continuación hablaré de algunos de los autores y libros que más me han sorprendido —para bien—. La lista no tiene ningún orden específico, aclaro.

CAITLIN MORAN. "CÓMO SE HACE UNA CHICA".



  Confieso que no sabía absolutamente nada de esta autora en el momento de empezar a leer esta novela suya, que ella se empeña en dejar muy claro que no es autobiográfica a pesar de tener algunos puntos en común con su propia vida.
La novela narra las aventuras de una adolescente británica, Johanna Morrigan, que vive en los Midlands (la zona media de Gran Bretaña), en una casa de protección oficial ubicada en Wolverhampton. Su familia —padre, madre, hermano mayor, hermano pequeño, hermanita recién nacida—, es una fuente inagotable de problemas y situaciones de lo más jocosas y vergonzantes. Su padre, por ejemplo, es un cincuentón desempleado que vive pegado a una botella para mitigar la frustración que le provoca el hecho de haber fracasado en sus numerosos intentos por convertirse en un ídolo del pop/rock. A pesar de ello, el hombre aún lo sigue intentando, grabando cintas con efectos inverosímiles y versiones igual de inverosímiles de clásicos del pop y el rock de los setenta y ochenta, y volviendo loca a su hija para que use sus contactos en la industria de la música para conseguirle un contrato de grabación.
El lenguaje empleado por Moran durante toda la novela es contundente, procaz y muy, muy divertido. Tremendamente divertido. Hay pasajes en la novela en que tienes que soltar el libro al tiempo que sueltas la carcajada.
En una de las reseñas que leí a propósito de este libro, Lionel Shriver apuntaba: “Una novela que arranca con su narradora de catorce años masturbándose en la cama que comparte con su adormilado hermano pequeño no puede ser mala. Me declaro fan de Caitlin Moran”.
Lo suscribo.

KURT VONNEGUT. "MATADERO CINCO" y "EL DESAYUNO DE LOS CAMPEONES".


De Kurt Vonnegut (1922-2007) he leído hasta el momento tres novelas, incluyendo estas dos, y las tres me han fascinado desde el principio.
Vonnegut tiene una manera muy particular de plantear sus novelas, con numerosos saltos en el tiempo y referencias cruzadas que, sin embargo, no le restan emoción a la historia que quiere contar.
Lo que más me llama la atención de este genial autor es la cantidad de personajes extraños, excéntricos y poco comunes que hace desfilar en sus novelas, y la cantidad de situaciones y reacciones que dichos personajes provocan.
Estas dos novelas (Matadero Cinco —considerada por muchos como su mejor novela— y El desayuno de los campeones), cuentan con la participación de un personaje bastante recurrente en la obra de Vonnegut, el escritor ficticio Kilgore Trout. Tal y como lo describe el propio Vonnegut en sus novelas, Kilgore Trout «es un escritor de ciencia ficción de escaso éxito aunque con una abundante colección de relatos publicados, que goza de un reducido aunque fiel número de fans y que sólo consigue publicar sus mediocres historias en revistas pornográficas, hecho que al autor le da exactamente igual porque, según él mismo reconoce: “De todos modos, nadie las lee”».
Según he podido leer en algún sitio, el personaje de Trout está basado en un autor real, de nombre Theodore Sturgeon.
Si tuviera que escoger una novela para iniciarme en el rico universo de Vonnegut yo me decantaría por Matadero Cinco, basada en buena parte en su propia experiencia como soldado del ejército estadounidense formando parte de la 106 División de Infantería durante la Segunda Guerra Mundial.
En la novela narra el atroz bombardeo que sufrió la ciudad alemana de Dresde, hecho que fue silenciado por las autoridades de uno y otro bando, y en la que se calcula que perdieron la vida cerca de 135.000 civiles. Vonnegut fue hecho prisionero por el ejército alemán y recluido en los sótanos de un antiguo almacén para empaquetar carne denominado Matadero Cinco —de ahí el título de la novela—. Durante su cautiverio fue obligado a trabajar apilando cadáveres para enterrarlos en las fosas comunes.
A pesar de la sordidez de los acontecimientos narrados, Vonnegut se sirve del humor, la ironía y unas elevadas dosis de cinismo para que la lectura de esta novela resulte una experiencia cuanto menos fascinante.

EDWARD ABBEY. "LA BANDA DE LA TENAZA".


Edward Abbey (1927-1989) fue un autor estadounidense cuya vida daría para una novela. Naturalista y ecologista desde la adolescencia, se dedicó durante buena parte de su vida a recorrer de parte a parte su país (EEUU) como un hobo —trabajador ocasional vagabundo—.
Sirvió a su país en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. A su regreso a los Estados Unidos cursó estudios de Filosofía y simpatizó con la causa anarquista.
En esta novela —La banda de la tenaza—, Abbey narra las hazañas de un pequeño grupo de ecologistas convencidos que deciden llevar hasta sus últimas consecuencias su guerra particular contra el progreso y la destrucción del Medio Ambiente. Para ello se sirven de pequeñas acciones en forma de sabotajes y actos vandálicos que, sin ocasionar víctimas, causan enormes desperfectos de cuantiosas pérdidas económicas, lo cual obliga a las autoridades a tomar cartas en el asunto movilizando a medio ejército tras su pista.
Aunque la novela tiene algunos momentos realmente brillantes —la relación entre los distintos miembros del grupo nos regala unos diálogos soberbios—, en ocasiones peca de demasiado «densa», ya que el autor insiste en detenerse en cada mínimo detalle en las descripciones, tanto de los escenarios donde transcurren las acciones como en los objetivos o las herramientas, utensilios o artefactos empleados.
 Para mi gusto, le sobran páginas. Aún así, es una novela entretenida con un punto de partida muy original.
Como aliciente destacado, debo hacer mención a las magníficas ilustraciones del siempre genial Robert Crumb. En cada inicio de capítulo, Crumb ilustra con un dibujo aquella escena que define el capítulo que nos disponemos a leer. 

ARTO PAASILINNA. "EL AÑO DE LA LIEBRE".


Cuando conocí a mi buena amiga Clara Serrano, a través de uno de mis relatos impregnados de humor absurdo, me habló de un autor finlandés que se contaba entre sus favoritos. Y de su extensa bibliografía —Paasilinna es autor de más de una treintena de libros— al final me decanté por El año de la liebre, considerada por muchos como una de las más divertidas de su autor.
Durante mi larga convalecencia logré que llegase a mis manos un ejemplar de esta ingeniosa, divertida y adictiva novela, escrita con un lenguaje ágil y conciso, que invita a seguir leyendo página tras página a pesar del cansancio provocado por horas de lectura prácticamente ininterrumpida.
A mi modo de ver la comedia debe funcionar como el mecanismo de un reloj: con los engranajes perfectamente engrasados y con una exactitud milimétrica en el ensamblaje de sus piezas. Si no cumples con estos principios básicos, lo más probable es que acabes consiguiendo justo el efecto contrario que persigues: aburrir.
Con esta novela, Paasilinna no sólo consigue divertir y entretener a partes iguales, sino que además lo hace de una manera que resulta condenadamente adictiva. Creo que me ventilé esta novela de poco más de 150 páginas en apenas un par de días. Y fue una experiencia sumamente placentera.
Por todo ello, sólo puedo decir: gracias, Clara. Gracias por descubrirme a este interesante autor del que espero seguir leyendo alguna de sus otras novelas.

AMÉLIE NOTHOMB. "ESTUPOR Y TEMBLORES" y "ATENTADO".


Tenía muchas ganas de leer algo de esta escritora belga. De entrada, su biografía ya me llamó poderosamente la atención, ya que, por la profesión de su padre —diplomático belga—, Amélie —de nombre real Fabienne Claire—, vivió su infancia y adolescencia en Japón.
De su estilo se ha dicho que es valioso y pedante, pero a la vez cómico y con mucho carácter. Se la tacha de ser muy precisa en el uso del lenguaje y de hacer un manejo magistral del absurdo (supongo que obvia decir que esta parte fue una de las que mayor fascinación ejercieron en mí. Adoro el absurdo y todo lo que tenga que ver con esta forma de ver y entender el mundo y, por extensión, el arte).
La primera novela suya que cayó en mis manos fue Estupor y temblores. En esta novela, Amélie narra en primera persona su extraña y surrealista experiencia como única empleada occidental en una empresa puramente nipona. El choque de culturas, la absurda manera que tienen sus jefes de llevar los asuntos de la empresa —que la llevan de ser nombrada adjunta al departamento de finanzas sin tener ni idea de contabilidad y de ahí acabar haciéndose cargo de los urinarios de la planta donde trabaja—, hacen de esta novela una de las más adictivas que han pasado por mis manos en los últimos meses —me la ventilé en dos días—.
La lectura de Estupor y temblores me resultó tan placentera que fui corriendo a la biblioteca a por otra novela de la misma autora. La elegida fue Atentado.
Si bien esta segunda no me pareció tan redonda como la primera, su lectura no me desagradó. Tras un prometedor comienzo, el protagonista narra en primera persona su experiencia personal, desde su infancia hasta su juventud, siendo considerado un «monstruo feo y horripilante» debido a su aspecto físico, el cual causa repulsión y rechazo en la sociedad, hasta su determinante encuentro con una hermosa joven, aspirante a actriz, que lo acoge como su mejor amigo y confidente.
A lo largo de la novela la autora nos va adentrando en la mente obsesiva del protagonista en relación a su musa, de la que se siente perdidamente enamorado. Su obsesión va alimentando en él su deseo de poseer al objeto de su deseo, hasta el punto que, con una arrogancia impropia de alguien que ha vivido el rechazo desde muy joven, consigue lo que a priori parecía imposible: convertirse en uno de los modelos masculinos más cotizados del mundo.
Una novela entretenida y, por momentos, oscura.


Y ahora hablaré de aquellos libros cuya lectura me resultó insufrible y aburrida, hasta el punto de dejarlas a medias (ya no tengo edad para perder el tiempo con libros que no me divierten o entretienen).
O mejor no. ¿Para qué perder el tiempo hablando de libros aburridos?




martes, 21 de noviembre de 2017

GRACIAS, IRENE F. GARZA



Para un autor como yo, autopublicado (sí, ¿qué pasa? ¿Algún problema? Pues eso), cada venta de un libro mío es un pequeño triunfo, una pequeña victoria que, si bien no sirve para ganar una guerra, sí que dota de munición suficiente para seguir atrincherado con opciones de ganar la batalla final por la supervivencia literaria.
Escribimos porque nos apasiona, porque tenemos un montón de historias metidas en la cabeza que necesitamos poner sobre el papel, o reflejar en la pantalla del ordenador, y porque ansiamos, necesitamos publicarlas para que otros las lean, y de este modo poder provocarles todo el torrente de emociones que éstas encierran.
Cuando alguien compra un libro tuyo, lo que más deseas es recibir su impresión acerca de lo que ha leído: si le ha gustado, si ha disfrutado con tus escritos, si le ha merecido la pena la inversión. Y cuando la respuesta es positiva, no puedes evitar acordarte de las horas y horas que le has dedicado a cada libro, la de horas que le has robado al sueño porque una historia no terminaba de coger forma en tu cabeza, o porque intuías que aún faltaba algo para redondear esa historia que te traías entre manos y que se te resistía o que había cosas que no te convencían del todo y que necesitabas pulir hasta quedar convencido al cien por cien.
Y cuando una lectora, alguien como Irene F. Garza, escribe cosas tan bonitas como las que ha escrito en su blog La Quimera acerca de lo que le ha parecido la lectura de mis libros, uno sólo puede estarle agradecido por su generosidad, su honestidad, su apasionado carácter y su valentía a la hora de apostar por un escritor autopublicado como yo.

Amigos, amigas, haceos un favor y visitad el blog de Irene F. Garza. Se llama LaQuimera. En él encontraréis historias, cuentos, relatos o piezas cortas, todo ello impregnado por el alma sensible de una mujer que da lo mejor de sí en cada cosa que escribe. 
Y además, he de añadir, porque me consta, y quienes la conocéis y la tratáis estaréis totalmente de acuerdo conmigo, que Irene es una de las chicas más generosas que te podrás encontrar en la blogosfera, siempre dispuesta a compartir y difundir no sólo sus letras sino la de todos aquellos que llaman su atención. 
Me siento afortunado de ser uno de esos beneficiarios de su generosidad.
Por todo ello, sólo me nace decir: ¡Gracias, Irene! ¡Gracias, chiquilla!

Si queréis leer adelantos totalmente gratuitos de mis dos libros publicados, pinchad en los siguientes enlaces:

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Para comprar mis libros,  pinchad aquí

Un abrazo.



miércoles, 15 de noviembre de 2017

COMPRADOR A DOMICILIO



Andy Warehouse salió al balcón de su casa, que daba a la calle, y echó un vistazo en derredor. Era domingo al mediodía, y por allí no pasaba nadie. Eso le desesperó.
Entró en su casa y encendió la televisión. No ponían nada interesante. Casi nunca ponen nada interesante; salvo que tengas pasta y puedas permitirte pagar por tener televisión de calidad. Así es como funciona el Sistema: si pagas obtienes algo que se sale de la mediocridad, y si no pagas te jodes con lo que haya. Y así con todo.
Andy apagó la tele y volvió a salir al balcón.
Esta vez distinguió a alguien a lo lejos que venía andando tranquilamente. La cara de Andy se le iluminó de repente. De haber sido perro a su rabo le habría dado «el baile de San Vito».
Estando a pocos metros de distancia, Andy llamó la atención del transeúnte.
¡Eh, oiga, usted! —gritaba Andy desde su balcón—. ¡Estoy aquí arriba!
El transeúnte alzó la vista y vio a aquel tío tan raro haciéndole señas desde el balcón. Luego miró alrededor y, al no ver a nadie, supuso que aquel chiflado se dirigía a él.
Disculpe, ¿habla usted conmigo?
Sí. ¿Cómo se llama?
¿Qué?
¿Cuál es su nombre?
Terence.
Encantado, Terence. Mi nombre es Andy.
Vale.
Por favor, Terence. ¿Sería usted tan amable de subir a mi casa? —propuso Andy.
¿Subir a su casa? ¿Con qué intención? —recelaba el transeúnte, con razón.
Tranquilo, Terence. Puede confiar en mí. No debe preocuparse. Será cosa de cinco minutos, se lo prometo —argumentó Andy, procurando imprimir a su voz un tono lo más tranquilizador posible. Por nada del mundo querría espantar al único ser humano que había decidido pasear por aquella calle secundaria aquel domingo por la mañana. Sólo Dios sabe cuando volvería a pasar alguien.
¿No será usted un pervertido, verdad? —preguntó el transeúnte con cierta inquietud. Justo entonces se percató de lo estúpido de su acción. Ningún pervertido habría respondido afirmativamente a semejante pregunta; son pervertidos, no gilipollas.
Oh, no. Le aseguro que no soy ningún pervertido. Dígame, Terence, ¿cree usted en Dios?
Ah, vale. Ya sé de qué va esto. Es usted un vendedor de Biblias y está intentando colocarme una, ¿no es eso?
No, no. Para nada. Dígame, ¿cree en Dios?
Sí.
Perfecto. Mire, Terence, yo también soy creyente. Por eso, le juro por Dios que si sube a mi casa no le pasará nada malo.
¿Me lo jura?
Se lo juro.
Está bien. Subiré. Pero sólo le dedicaré cinco minutos. Ni uno más.
Se lo garantizo. Espere, yo mismo le abriré la puerta del portal desde aquí. Luego coja el ascensor hasta mi casa. Yo vivo en el 2º Izquierda.
Terence se acercó hasta el portal. Se oyó un chasquido y la puerta cedió. Empujó la puerta y entró en el edificio. Tomó el ascensor y subió hasta el segundo piso.


(El resto de la entrada estará próximamente disponible en alguno de mis libros).